HOLA, BUEN DIA CHICOS, ¡¿COMO ESTAN?,
ESPERO QUE SE ENCUENTREN BIEN, USTEDES Y SU FAMILIA.
COMO SABRAN SEGUIMOS EN CUARENTENA, Y
POR ESO CONTINUAMOS TRABAJANDO A LA DISTANCIA.
LES QUIERO DEJAR MI MAIL, PARA QUE
PUEDAN IR ENVIANDO SUS TRABAJOS TERMINADOS
gabrielaa.lopez1@bue.edu.ar.
¡UN
BESO ENORME, Y NOS VOLVEMOS A CONECTAR EL LUNES!!!
ESTA SEMANA TRABAJAREMOS CON EL CUENTO DE
GRACIELA MONTES
“EL CLUB DE LOS PERFECTOS”, Y DICHO TEXTO NOS
SERVIRA PARA TRABAJAR VARIAS AREAS (ESI, CONVIVENCIA Y PRACTICAS DEL LENGUAJE).
ESTA SEMANA COMENZAREMOS TRABAJANDO ESI….
EL CLUB DE LOS PERFECTOS Graciela
Montes
Hay gente que ya está cansada de que yo
cuente cosas del barrio de Florida. Pero no es culpa mía: en Florida pasa cada
cosa que una no puede menos que contarla. Como la historia esa del Club de los
Perfectos. Porque resulta que los perfectos de Florida decidieron formar un
club. Alguno de ustedes preguntará quiénes eran los Perfectos. Bueno, los
Perfectos de Florida eran como los Perfectos de cualquier otro barrio, así que
cualquiera puede imaginárselos. Por ejemplo, los Perfectos no son gordos, pero
tampoco son flacos
No son demasiado altos, y mucho menos
petisos. Tienen todos los dientes parejos y jamás de los jamases se comen las
uñas. Nunca tienen pie plano ni se hacen pís encima. No son miedosos. Ni
confianzudos. No se ríen a carcajadas ni lloran a moco tendido. Los Perfectos
siempre están bien peinados, siempre piden “por favor” y jamás hablan con la
boca llena. Hay que reconocer que los Perfectos de Florida no eran muchos que
digamos. Es más, eran muy pocos. Tan pocos que había calles, como Agustín
Álvarez donde no podía encontrarse un Perfecto ni con lupa. Pero –pocos y todo–
decidieron formar un club porque todo el mundo sabe que a los Perfectos sólo les gusta
charlar con Perfectos, comer con Perfectos y casarse con Perfectos. El Club de
los Perfectos fue el tercer club de Florida. Los otros dos eran el Deportivo
Santa Rita y el Social Juan B. Justo. El Deportivo Santa Rita era sobre todo un
club de fútbol. Los sábados por la tarde se llenaba de floridenses porque los
sábados por la tarde se jugaban los partidos amistosos con el equipo de
Cetrángolo. El Social Juan B. Justo era el club de los bailes. Los sábados por
la noche los floridenses que querían ponerse de novios se reunían a bailar con
los Rockeros de Florida entre guirnaldas verdes, rojas y amarillas. Pero el
Club de los Perfectos era otra cosa. Para empezar, no era ni un galpón ni una
cancha. Era una casa en la calle Warnes, con grandes ventanales y una verja
alta de rejas negras. Y en el jardín que daba al frente, nada de malvones,
dalias y margaritas, sólo palmeras esbeltas, rosales de rosas blancas y gomeros
de hojas lustrosas. Los sábados por la noche los Perfectos llegaban al club con
sus ropas planchadas y sus corbatas brillantes. Como eran perfectamente
puntuales llegaban todos juntos. Se sentaban alrededor de la mesa con mantel
almidonado y vajilla deslumbrante. Comían tranquilos y educados. Masticaban
bien. Sonreían. Nunca parecían tener hambre. Ni apuro. Ni sueño. Ni rabia. Ni
ganas. Ni celos. Ni frío. Tan diferentes eran, que a los floridenses se les
hizo costumbre eso de ir a visitar el Club de los Perfectos. Bueno, visitar es
una manera de decir porque al Club de los Perfectos sólo entraban Perfectos , y los demás miraban de afuera. Lo cierto es
que, a eso de las siete de la tarde, en cuanto terminaba el partido, los del
Deportivo Santa Rita se venían en patota a la calle Warnes y, a eso de las
ocho, antes de ir para el baile del Social Juan B. Justo, las parejas de novios
pasaban por la calle Warnes para echarles una ojeadita a los Perfectos. Los
floridenses se apretaban todos junto a la verja. Eran un montón, pero ninguno
era perfecto. Estaba doña Clementina, llena de arrugas; el nieto de don
Braulio, que era un poco bizco; el chico del almacén, que era petiso; Antonia,
llena de pecas… y chicos que usaban aparatos en los dientes, chicos que a veces
se comían las uñas, chicos que a veces se hacían pis encima, chicos con mocos,
mucha tos
que clavaban los dientes en sánguches de milanesa porque tenían hambre y chicas
un poco despeinadas porque había viento. Los sábados por la noche el Club de
los Perfectos estaba siempre rodeado de floridenses. Y fue por eso que, cuando
pasó lo que tenía que pasar, hubo muchos que pudieron contarlo. Resulta que
estaban ahí los Perfectos, tan perfectos como siempre reunidos alrededor de la
mesa, perfectamente bronceados porque era verano y perfectamente frescos y
perfumados, cuando pasó lo que tenía que pasar. Pasó una cucaracha. Una
cucaracha lisita, negra, brillante, en cierto modo una cucaracha perfecta, que
trepó lentamente por el mantel almidonado y empezó a caminar, perfectamente
serena, por entre los platos. El primero que la vio fue un Perfecto de saco
blanco y corbata a rayas, perfectamente rubio. La cucaracha se acercaba,
pacíficamente, hacia su plato. El Perfecto rubio se puso de pie… demasiado
bruscamente, porque volcó la silla, empujó con el codo el plato decorado, que
se estrelló contra el piso, y derramó el vino tinto de su copa labrada sobre la
Perfecta de vestido blanco. La cucaracha entre tanto, posiblemente sorda y
seguramente valiente, seguía recorriendo la mesa, desviándose sin sobresaltos cuando
se le interponía algún plato. Los Perfectos en cambio sí que parecían
sobresaltados. Había algunos que se subían a las sillas y gritaban pidiendo
ayuda, y otros que se comían velozmente las uñas acurrucados en los rincones.
Había algunos que lloraban a moco tendido y otros que, de puro nerviosos, se
reían a carcajadas. El mantel ya no parecía el mismo, lleno como estaba de
platos rotos y copas volcadas. Y serena, parsimoniosa la manchita negra y
lustrosa proseguía
su camino. Los floridenses que estaban junto a la reja al principio no
entendían. Se agolpaban para ver mejor, los de la primera fila les pasaban
noticias a los de atrás. Aníbal, el relator de los partidos amistosos, se trepó
a lo alto de la verja y empezó a transmitir los acontecimientos: –El Perfecto
de la Camisa a Cuadros se cae de espaldas. Rueda. Quiere ponerse de pie,
trastabilla y cae sobre la Perfecta del Collar de Nácar. La Perfecta del Collar
de Nácar pierde la peluca. Se arroja al suelo y camina en cuatro patas tratando
de recuperarla. El Perfecto del Traje Azul tropieza con ella, pierde el
equilibrio y cae… Cae también
su dentadura, que golpea ruidosamente contra la pata de la mesa… Arrugados,
despeinados, manchados y llorosos, los Perfectos fueron abandonando la casa de
la calle Warnes. Los floridenses los miraban salir y no podían casi
reconocerlos. Algunos estaban pálidos. Otros parecían viejos. Algunos, si se
los miraba bien, eran francamente gordos. Y todos, uno por uno, estaban muertos
de miedo. A los floridenses más burlones les daba un poco de risa. Los
floridenses más comprensivos les sonreían y les daban la bienvenida: al fin de
cuentas no era tan malo estar de este lado de la reja. De más está decir que
ese mismo día se disolvió el Club de los Perfectos. Y cuentan en el barrio que
los sábados por la tarde algunos de los que fueron sus socios llegan cansados y
hambrientos del Deportivo Santa Rita y que otros van, un poco despeinados, al
Social Juan B. Justo. Cuentan también que en la casa de la calle Warnes ahora
crecen malvones. Y parece que así es mucho mejor que antes.
En: El Club de los Perfectos, Colihue, 1989.
Pensando en la historia desde la ESI:
El Club de los Perfectos es un relato
que favorece el trabajo sobre diferentes aspectos de la educación sexual
integral:
- La relación con los compañeros y los
amigos. - Expresión de los sentimientos.
- Tolerancia y respeto por el otro. -
Vínculos. - la perspectiva de genero
A partir de la
lectura del cuento, leer y responder: (tus respuestas servirán para trabajarlas
en clase cuando nos volvamos a encontrar)
Ø ¿Qué es ser perfecto? Explícalo
con tus palabras
Ø ¿Por qué Graciela Montes escribe “Perfectos” con mayúscula? ¿Para qué
querrían ser perfectos los Perfectos del cuento? ¿Se describen los sentimientos
de los Perfectos?
Ø los imperfectos de la historia ¿Por qué los floridenses espiaban a los
Perfectos? ¿Se describen los sentimientos de los floridenses? ¿Qué les dirían a
los habitantes de Florida? ¿Cuáles serían las palabras preferidas de los
floridenses?
Ø Hacer un cuadro comparativo entre los floridenses y los Perfectos con las
características de cada grupo
Ø Los Perfectos cambian: ¿A vos te gustaría cambiar? ¿Qué? ¿Aceptas a los
demás como son? ¿Por qué? En algunos momentos te gustaría que algunas personas
fuesen diferentes. ¿Cuándo? ¿En el aula?
Ø Explicar por qué les parece que
la autora termina el cuento diciendo: “Cuentan también que en la casa de la
calle Warner ahora crecen malvones. Y parece que así es mucho mejor”. ¿Qué
significa este final?
Ø Creando a partir del cuento ¿Qué pasaría si ... todos los floridenses
hubiesen formado un mismo club? ¿Qué nombre le hubieran puesto? ¿Cómo sería?
Escribí la descripción de ese club.
Ø … un Perfecto hubiese llegado un día al club despeinado o mal vestido?
¿Qué le hubieran dicho los otros? Escribí los diálogos que habrían mantenido.
Ø Arma y describe tu propio CLUB DE LOS PERFECTOS ¿cómo sería?
RECORDÁ TRABAJAR EN HOJA APARTE, Y
ENVIARME EL TRABAJO TERMINADO POR MAIL
BESOS GABY
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